
Este hombre es Heinrich Mann,
mucho más que el hermano mayor de Thomas. La fotografía es de 1949 y él va a
morir, en ese exilio californiano, sólo un año después. Está desfondado y
quebrado, la vida le ha pasado por encima sin darle respiro. Escribió obras tan
importantes como “El súbdito” o “Professor Unrat”, cuya versión cinemátografica
(El ángel azul), interpretada por Marlene Dietrich, fue un éxito mundial. En
los años treinta del pasado siglo, antes de la pesadilla del nazismo, era un
hombre de éxito, al que no le faltaban los honores o el dinero, pero en 1940
era un anciano de 69 años que caminaba y tropezaba penosamente con su atildado
traje blanco por senderos de montaña del Pirineo, iba en un grupo, con su
segunda mujer, la hermosa Nelly, a la que había conocido en una taberna canalla
del viejo Berlín. Escapó hacia Estados Unidos desde Lisboa. En adelante no
conocerá el respeto o la admiración, sus obras dejarán de leerse o traducirse,
tendrá que vivir de la ayuda económica del gran Thomas en California y soportar
la caída en barrena de su alcoholizada Nelly, a la que verá morir (ella se
suicidó después de una racha amarga de detenciones policiales y sucesivos
altercados y accidentes de tráfico). Heinrich esperaba ser leído en la Alemania
del Este, le llegaban unos dólares de derechos de la Unión Soviética. Cuando
por fin le envían algo más de dinero y, sobre todo, la invitación para trasladarse
de nuevo a Alemania (al Berlín Oriental) como presidente de la nueva Academia Alemana
de las Artes, es 1949, es casi un octogenario (su edad en esta foto). Acepta el
cargo, proyecta incluso viajar en un vapor polaco… aunque le dice a Thomas Mann,
todavía en California: “yo no sabré ya cómo aparecer en escena, hace tanto-tanto-
tanto tiempo que ya he perdido la costumbre”. No llegará a viajar. Morirá unos
meses después aún en California. Uno de los más grandes escritores en lengua
alemana, pero si quieres leerlo en español y pasas por la Casa del Libro aquí
en Madrid y preguntas por sus obras, un empleado veinteañero te preguntará “¿Quién?”
Y tecleará infructuosamente“Henry” en vez de Heinrich en su teclado, mientras
te pregunta quién era ese tal “Thomas” premio Nobel y ese ángel azul y esa
Marlene.