martes, 23 de abril de 2024

EL LEGADO DE UN CERVANTES, LUIS MATEO DÍEZ

Hoy recibe su Premio Cervantes Luis Mateo Díez. Últimamente no dejo de darle vueltas a tres asuntos que me parecen esencialmente relacionados: la memoria, la escritura y la fugacidad. Estas tres ideas cobraron especial relevancia en otra ceremonia, más modesta que la que tendrá hoy lugar en Alcalá de Henares: el acto de homenaje que se que se organizó hace unos meses, el pasado 15 de noviembre, en el Instituto Cervantes de Madrid en honor a Luis Mateo Díez. Allí se procedió primero a la entrega de algunos documentos del autor, “para la posteridad”, en la llamada Caja de las Letras, acompañado de autoridades y testigos. Y, más tarde, ya en una sala repleta de público, se presentó el libro Las ínsulas prometidas. Territorios imaginarios de Luis Mateo Díez, una colección de estudios y aproximaciones de expertos en torno a la obra del novelista leonés. Al autor lo acompañaban, en el diálogo, Ángeles Encinar,  Natalia Álvarez Méndez y Ernesto Pérez Zúñiga. Si un legado es, etimológicamente, lo que se deja o se transmite a unos sucesores, sea material o inmaterial, resultó emocionante ver cómo el escritor, a sus 81 años, un titán de la literatura autor de medio centenar de novelas, introducía en la caja de seguridad (con lentitud, demorando amable un gesto final ante los flashes de las cámaras) los diferentes objetos que había seleccionado, “cosas muy entrañables”: cuadernos de trabajo, originales mecanografiados y un sobre con un texto de su querida nieta Mónica, que, por un momento volvió a extraer para besarlo antes de desprenderse de él y dar vuelta definitiva a la llave. Memoria, escritura, fragilidad, fugacidad, lucha desesperada contra el tiempo para expresar, para dejar algo hermoso en el paso por este mundo…  Todas estas cosas flotaban en el ambiente mientras el novelista leonés cumplía con este ritual, a partes iguales esplendoroso y triste, tan de recibimiento y de despedida, o mientras contestaba a las preguntas de los contertulios, desgranando anécdotas de su niñez traviesa y “pecadora”, o del amor que se profesaban sus padres desde muy niños en aquellas duras tierras leonesas. Donar, dar, darse, dejarse ir, haber escrito y dicho y sacado adelante grandes historias apostando por tantos personajes reales y fantasmales, por tantos sentimientos y palabras certeras. Mencionó Luis Mateo el hueco, la terrible ausencia que le acompaña durante estas grandes celebraciones: el fallecimiento de su esposa, Margarita. De hecho, uno de sus “legados”, tan material como inmaterial, ha sido desprenderse de “Convulsaciones”, un texto inédito que iba creando durante el verano en que su mujer se encontraba ya muy enferma: “emociones secretas”, dijo, “uno de los textos más hondos y más difícil de comprender para mí mismo que haya escrito”. Si uno intenta encontrar algo que defina a Luis Mateo Díez a lo largo de su extensísima y variada obra, quizá habría que elegir, como hizo la propia profesora Ángeles Encinar durante la conversación, la expresión “gran fabulador”, pues es sobre todo un poderoso contador de historias, como en su día lo fue Thomas Mann, a quien no en vano apodaron der Zauberer, el mago. Y como muchos de los grandes escritores de todos los tiempos, él ha reconocido siempre la importancia de criarse entre las narraciones orales que se escuchaban en casa o en esas poblaciones del noroeste español, mundo mágico de historias, filandones y leyendas. Tras unos inicios como poeta, Luis Mateo Díez se entregó a la esforzada empresa de contar y contar, alternando la imaginación y la memoria en sus novelas largas y cortas, en sus series de relatos, pero sobre todo cuidando el lenguaje y la palabra precisa, la que dice y resuena. Creador del reino de Celama o de las Ciudades de Sombra, de La fuente de la edad, de La ruina del cielo, o de las Fábulas del sentimiento, ha mezclado siempre el gusto clásico con la experimentación formal, el surrealismo, los paisajes oníricos, el expresionismo, pero quizá más una especie “irrealismo” proyectado sobre la dura realidad de unos personajes a menudo desamparados, derrotados, abandonados e incluso “enfermos del alma”. Pero a la vez, en medio de la melancolía y la seriedad de esos “pobres desgraciados”, comparece el brillo de un sentido del humor muy propio y muy especial, la guasa y el absurdo ante lo poco que en el fondo somos. Ese mismo humor que, durante su homenaje en el Instituto Cervantes, le llevó a bromear sobre sí mismo: “¡A ver si ahora, a mis ochenta y uno, se me va a subir el pavo y me vuelvo soberbio, después de tanto educarnos mi padre en la humildad y la modestia!”. “Ando con el premio algo apremiado”, decía hace un par de días en El Cultural en una entrevista con Nuria Azancot, jugando con las palabras, con las palabras que, en su caso, han construido y puesto en pie tantas hermosas narraciones. Hoy recibirá su gran premio, el nuestro es el fantástico, esforzado y tranquilizador legado de sus muchas y hermosas historias.

domingo, 28 de enero de 2024

"Todo tan fugaz" en El Correo de Bilbao

Certera y hermosa reseña de EDUARDO LAPORTE sobre los relatos de mi Todo tan fugaz, ayer, en El Correo de Bilbao.


 

viernes, 19 de enero de 2024

Conversando en "El Marcapáginas" de David Felipe Arranz

Mañana sábado, tanto a las 13:00 como a las 22:00 podéis escuchar la bonita conversación que mantuvimos DAVID FELIPE ARRANZ y yo en torno a los relatos de "Todo tan fugaz" y al confuso mundo en el que ahora vivimos. Es el estupendo programa El Marcapáginas, de Radio Intereconomía


David Felipe Arranz y Ernesto Calabuig