miércoles, 30 de abril de 2014

Fernando Clemot y su "Cómo armar y desarmar un relato"

Tan acostumbrado a hacer reseñas exhaustivas donde intentas que nada se te escape, acorralando al pobre o rico texto, subrayando, anotando, atravesándolo casi con un alfiler en un corcho imaginario hasta que te pide e implora "déjame ser" o "No me conoces. Yo soy de otra manera". Esta tarea nuestra debería considerarse en cierto modo abuso o crimen. Por eso me gusta la libertad de acudir a una presentación como la de ayer, del libro de Fernando Clemot en la Escuela de escritores (a cargo de Ángel Zapata, Javier Sagarna y David Aliaga) y quedarme con detalles casi casuales que quedan en mi memoria: la concepción de la literatura como hecho civilizatorio, capaz de reflejar la barbarie pero no de defenderla (algo que supo subrayar Ángel Zapata) , la apertura de ese manual no dogmático que es "Cómo armar y desarmar un relato", las preocupaciones narrativas de Clemot (acercándonos, por ejemplo, al misterio del "decir oral" o del por qué, entre dos personas o testigos concretos, hay sólo uno capaz de conmovernos al narrar un acontecimiento), la reflexión sobre la necesidad de expresar y presentar con detalle y corrección, precisamente porque el mundo es arduo y va por otros derroteros...

martes, 8 de abril de 2014

El verdugo de Ana Bolena

Así de eficazmente describe el mexicano Álvaro Enrigue, en "Muerte súbita", a Jean Rombaud, el verdugo francés que ejecutó a Ana Bolena: "Se arreglaba con un gusto inesperado para alguien con el oficio de ángel asesino: portaba anillos caros, calzones entallados con brocados excesivos, camisas de terciopelo azul real que no correspondían a su condición de hijo de puta, literal en todos los casos (...) Nadie sabía si era silencioso por inteligente o por imbécil".