martes, 19 de octubre de 2010

Adiós tardío a Fogwill

Cuando el pasado mes de agosto, a través de un obituario de la prensa (El País, 23 de agosto de 2010), me enteré de la muerte del brillante escritor argentino R. E. Fogwill, pensé que debía ocuparme de él y "rendirle" alguna clase de tributo/recuerdo desde las páginas de este blog. Como se ve, he tardado mucho en hacerlo. Qué innecesario, redundante y trillado me parecía cualquier bosquejo de un perfil que pusiera en paralelo su salvaje escritura siempre al límite y su propia vida repleta de adicciones. Por fin creo dar con la idea y me decido a un modesto homenaje. Reseñé hace un par de años para El Cultural de El Mundo su obra "Help a él", y por "culpa de la publicidad" el artículo aparecía a una sola columna y tan recortado que sólo se daba cuenta del primero de los dos libros que el volumen contiene. Ambos me impresionaron, pero especialmente ese segundo, de engañoso y burlón título, ("Sobre el arte de la novela") cuyo comentario no llegó a ver la luz. Caso de importarle, seguramente Fogwill prefiriera más unas palabras sobre sus textos que un asomar las narices o nuevo merodeo por su existencia más o menos maldita o "canalla". Así que reproduzco aquí el texto completo acerca de su poderoso libro:
RODOLFO ENRIQUE FOGWILL.
Periférica. Cáceres, 2007
Fogwill (Buenos Aires, 1941) aparece a menudo mencionado en la nómina de mejores autores argentinos contemporáneos. Debería figurar también en lo más alto de una hipotética lista de autores inclasificables y escurridizos. Su modo de escribir, tan poderoso y fascinante como cínico, destemplado y de vuelta de todo, produce efectos contradictorios en quienes lo leen. Tal vez por eso Borges prefirió comentar sólo su gran conocimiento de cigarrillos y automóviles. Precisamente es Help a él un reverso borgiano. Desde su título (otro modo de combinar las letras de El aleph) hasta el personaje de Vera Ortiz Beti, reverso de la Beatriz Viterbo del maestro de Ficciones. Este libro de Fogwill es una vieja historia del año 1982 y lo complementa otro texto de la misma época: Sobre el arte de la novela. Con una prosa de muchos quilates, donde el lenguaje se vuelve materia plástica que se maneja a capricho, Help a él relata la peripecia de un periodista que, al recibir la noticia de la muerte de una antigua amiga y amante, visita la finca del padre de la chica e inicia allí un extraño intento de recuperación de la mujer perdida, abandonándose, en su vieja habitación, a una distorsión mental inducida por las muchas drogas, fumadas o bebidas, que consume: es un “viaje” alucinado -y magistralmente detallado- hacia la hiperpercepción (que no hacia la lucidez). En este campo minado, de alta carga erótica, sexo duro y hasta sadomasoquismo, se convocará y hará aparición el fantasma-realidad de Vera. El “héroe” se jugará la vida, literalmente, en ese límite entre realidad y delirio. Help es un texto extraño y salvaje, una novela corta de golpe seco y sin florituras, acerca de lo demoniaco y el afán autodestructivo, el sacrificio consciente de uno mismo en aras de “ver más”, cuestionar la “verdad”, conjurar dolorosas ausencias, o recuperar lo que se tuvo. El segundo relato del libro podría conducir a engaño dado su académico título, Sobre el arte de la novela. Trata, en principio, exactamente de eso (de la simplicidad y complejidad del narrar y de las decisiones que sobre la marcha los escritores toman), pero va más allá: su aplicación práctica son dos historias realmente magistrales sobre dos personajes que viajan en automóvil, enlazadas por un tema común: las madres que envejecen y la vida y el mundo como “oxidación lenta”. De fondo, el desazonador ambiente de la Guerra de las Malvinas (tema, por cierto, de su novela de gran éxito Los pichiciegos). También en el listado de narradores que nunca dejan indiferentes, figura, y muy arriba, Fogwill.

5 comentarios:

  1. Qué acertada definición, Ernesto, esa de "salvaje escritura y vida al límite". Parece que en Fogwill sí se cumple el anhelo de la vida libresca como destilado de las andanzas cotidianas (y las suyas, poco pedestres, más bien alucinatorias). La vanguardia americana son esencialmente Pablo Palacio, Juan Emar y Fogwill. Casi nada más (y nada menos).
    Un abrazo.

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  2. Me parece difícil poder añadir algo a la estupenda reseña. Creo que leer a Fogwill produce un tipo de adicción similar a las que él vivió y contó. Aunque uno intente andarse con precaución, acaba arrastrándose con él por esos mundos salvajes.
    Un beso

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  3. Algo más: Fogwill usa las palabras como puñetazos y te deja tirado en la lona totalmente K.O.
    besos

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  4. Muchas gracias, etimado Ernesto, por colgar aquí la reseña entera. Es un bonito homenaje a Fogwill.
    Saludos cordiales,

    Julián Rodríguez
    Director Literario Periférica
    info@editorialperiferica.com

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  5. Julián, muchas gracias a vosotros por el importante trabajo que estais llevando a cabo. Ha sido un placer recordar, aunque sea de esta manera tan modesta, a un autor tan importante. Un abrazo.

    Gracias también a Miguel Ángel Zapata y, cómo no, a María, por sus acertados comentarios acerca de Fogwill.

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