miércoles, 14 de junio de 2017

"La luz de la dinamo", de Nuria Barrios



A propósito de La luz de la dinamo, de Nuria Barrios

Fundación Jose Manuel Lara. Sevilla, 2017
VII Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado


 ¿Cuánta luz puede arrojar la pequeña dinamo con faro de una bicicleta ya antigua? Hay en estas páginas un esfuerzo por recuperar (buscar, producir) una luz, aunque sea diminuta, como la voz de un individuo superado o dolido por la vida -por lo que los años hacen de todos nosotros-, una voz, la de Nuria Barrios, que, pudiendo ahogarse, prefiere DECIR y decir en el modo certero y hermoso en que ella acostumbra. Al comienzo pensamos que se trata de alumbrar un tiempo o un instante que fue feliz: la niñez, la infancia, tal vez incluso la adolescencia. Uno/ una es pequeño y limitado en medio de una realidad, un espacio-tiempo, que nos supera y desorbita, que nos muestra entre otras certezas que “el largo viaje es cada vez menos largo”. La voz que nos habla sabe que el bosque es también una boca oscura o que, probablemente, acabará “malquerida” o “malherida”, pero entre tanto cumple su papel en el juego de la vida: a lo largo de los poemas, salta al escenario maquillada, bien vestida, o se lanza a bailar. Puede que en algún momento desee no desear o sentir tanto y envidie incluso la paz metálica e indolora de los robots. El amor, a cierta edad, puede haberse transformado en un empecinado y heroico creer en el amor. Con esa misma hondura y lucidez que alcanzó Leonard Cohen al escribir y cantar: “pero el amor no es una marcha triunfal, sino un frío y roto aleluya”. Y estos poemas tienen mucho de canto. De hecho el modo de escribir y recitar de Nuria Barrios despega pronto hacia el canto: las cancioncillas infantiles serán aquí un marco de juego que acabará trascendido, vulnerado,  roto por sus estrechas costuras, ya que la vida, conforme el tiempo pasa, va por otros derroteros menos dulces, por mucho que aún se nos concedan, de cuando en cuando, instantes placenteros o felices. Digamos que, por desgracia, todo niño/niña habrá de pasar del puro juego a “saber de qué va el juego”. La conciencia de la finitud presente en cada uno de estos poemas coincide con el sentirse defraudado por lo que en su día parecían sueños grandes, alcanzables o merecidos. Filosofía y poesía se vuelven armas, no cargadas de futuro, pero sí de lucidez, de introspección, de análisis del sustrato y fundamento de nuestra fugaz existencia. “Ser viejo y ser niño es bueno para los poetas”, dirá Barrios.
Una visita a una exposición artística, acompañada de un amigo poeta, o el recuerdo de una estancia en los Estados Unidos, pueden devenir también hermosa poesía de lo cotidiano y situarse en la frontera con el relato (otro de los géneros que la autora ha cultivado con éxito). Y está lo mitológico (aquí y en otros libros de Barrios, aquella Nostalgia de Odiseo) a la hora de percibir y explicar las cosas. Doloroso ese silencio de una pareja de caminantes que comprenden la imposibilidad de su amor, que pensaban: tal vez en esta ocasión, esta vez sí… pero nunca es o parece tiempo. Las variaciones sobre canciones infantiles como El barquero echan pronto pie a tierra, a la pura realidad, pues “las niñas bonitas se echan a perder” o pagan bien caras en la vida las prendas de Antón pirulero. Todo gira y avanza, como jugando, “mas en la noche, a solas, nos preguntamos quién, cuando tú no seas, hará girar la rueda, quién, cuando tú no seas, seremos”. La madurez es lucidez, pero a la vez confusión, con el paso de los años uno puede acabar como en aquella canción de Aute “Dudando en la tarde”. Barrios es una poeta honda y el libro va también rotando hacia la conciencia clara de la vulnerabilidad, de las pérdidas y de la condición mortal: “Somos lo mismo tú y yo, gente rara, mujeres raras en un mundo donde nada es normal… Sólo la muerte que calla sabe qué somos”. En el poema “Para llegar hasta allí”, se van los seres queridos como si se deslizaran por una pendiente y con la muerte se les despoja de más cosas que la pura vida. En el proceso/juicio ellos se preguntan, aún, por qué. Un gran texto es “Veo Veo”, ese viaje familiar en automóvil en medio de una nevada que deriva en cuento de fantasmas: de nuevo en la frontera con el relato. Hay en la tercera parte poemas puros, alejados del relato, poemas que cortan el alma como “Hoy”, al desgranar el dolor y el vacío de las ausencias. En otros, como “Salimos a la terraza”, se nos permite colarnos brevemente en una historia: una noche de verano, una reunión de amigos, uno de ellos acechado y cercado por la enfermedad y la muerte, a la que casi se le suplica, se le implora: “¡Quítale los ojos de encima!”. Somos mortales, e incluso, como diría Ángel Gabilondo, “mortales de necesidad” Puede que en el futuro acabes siendo sólo un viejo indefenso que aguarda su final en pijama o que sientas frío mientras ves pasar tu último vuelo, pero puede también que te acompañe el consuelo cuando la poeta se fije en ti para envolverte de dignidad, para cantarte (“En pijama” y “Cancelado el futuro”). En esta última parte del libro, Una gota de resina, la aparente voz dulce inicial, la de la niña que recordaba y jugaba, levanta y convoca inesperadas tempestades, rebeldías, vientos que hielan. Pero no puede ser casual terminar el libro con una nana infantil, que por un lado muestra las cartas y la limitación del juego, pero por otro tranquiliza, acompaña, sosiega, como al caminante de La bella molinera de Wilhelm Müller y Schubert, al que el río le canta, como cierre vital, una hermosa canción de cuna, un homenaje final mientras por fin descansa: “Gute Ruh, Gute Ruh, tu die Augen zu, Wanderer du müder. Du bist zu Haus…” (Reposa tranquilo, reposa tranquilo, cierra tus ojos, caminante fatigado. Ya estás en casa).

martes, 13 de junio de 2017

Feria 2017

El pasado sábado (10 de junio de 2017) comiendo con buenos amigos escritores cerca de la Feria:  Nuria Barrios, Patricio Hernández, un Calabuig que se olvidó de quitarse las gafas de sol, Lola López Mondejar, Pepe Cervera, Jesús Ortega, Isabel Wagemann, Paul Viejo, Miguel Ángel Muñoz y Miguel Sanfeliu)
Con mi amiga Nuria Barrios y sus poemas de "La luz de la dinamo"



lunes, 5 de junio de 2017

HANDKE Y ESPAÑA/ CONTRA EL SUEÑO PROFUNDO

Si os apetece echarle un vistazo, este es, o fue, mi artículo en el especial sobre Peter Handke del pasado viernes en El Cultural de El Mundo:
http://www.elcultural.com/revista/letras/Contra-el-sueno-profundo/39708

Autores de los que me ocupé en la Revista "Quimera" entre 2001 y 2006

  • Álvaro Pombo, W. G. Sebald, Günter Grass, Paul Theroux, A.S. Byatt, David Leavitt, Marcos Giralt, Martin Amis, Ian McEwan

Colaboraciones con "Nueva Revista" 2001-2002

  • Traducción del alemán del artículo de Richard Herzinger El consumo como meta (Endziel Konsum, Die Zeit, 2-11-00) que en Nueva Revista aparece como La americanización del globo, pp. 47-55 (mayo-junio 2001)
  • Traducción del alemán del discurso anual berlinés (Berliner Rede) del presidente alemán Johannes Rau, dedicado a los límites de la biopolítica, que tiene por título ¿Irá todo bien? Por un progreso a escala humana. (Wird alles gut? Für einen Fortschrift nach menschlichem Mass). Nueva Revista, pp. 46-64 (julio-agosto 2001)
  • Artículo publicado en la sección Literatura, titulado: Álvaro Pombo: la exaltación y el Reino. pp. 131-137 (Sep-Oct. 2001)
  • Traducción del alemán del relato de E.T.A Hoffmann titulado Haimatochare. Nueva Revista, pp. 158-171 (julio-agosto 2002)

Colaboración en Revista de Occidente (Oct. 2007)

  • Artículo titulado "Lo que el corazón lleva", acerca de la novela de Luis Mateo Díez "La piedra en el corazón"(Galaxia Gutemberg, Círculo de lectores. Barcelona, 2006)