Releo "La velada en Benicarló", de Manuel Azaña, esta vez en la bonita edición que ha preparado la editorial Reino de Cordelia. Cada vez que me enfrento a este hermoso y trágico libro escrito en 1937 (y publicado en el 39 en Buenos Aires y París), veo hasta qué punto Azaña sabía (como Allende en el caso de Chile o como Haroldo Conti en la Argentina de los setenta) que el regreso de la democracia y las libertades sería un asunto a larguísimo plazo y que ahora vendrían años de plomo, tan oscuros como ese "invierno de nuestro descontento" del Ricardo III de Shakespeare. Tintes shakespeareanos alcanzan las palabras de Manuel Azaña en boca de su lúcido Dr. Lluch: "Veo el naufragio de agresores y agredidos. La misma resaca se los lleva a todos. Cadáveres, muchos cadáveres en olas de sangre". Los españoles se aniquilaban y en el texto nos habla hasta de ¡cuatro Españas! Vuelvo a subrayar frases que subrayé en mi vieja versión del libro y que nos hablan y advierten precisamente a nosotros: "En tiempos venideros, variados los nombres de las cosas, esquilmados muchos conceptos, los españoles comprenderán mal por qué sus antepasados se han batido entre sí más de dos años; pero el drama subsistirá, si el carácter español conserva entonces su trágica capacidad de violencia apasionada".
No hay comentarios:
Publicar un comentario